lunes, 17 de mayo de 2010

LAS ELECCIONES AL CONSEJO ESTUDIANTIL UNIANDINO, UN PROCESO QUE DEBE Y PUEDE MEJORAR por Alejandro Moya Riveros

Cada año los estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes eligen democráticamente a cuatro estudiantes para que los representen a ellos y a los intereses de la Facultad ante el Consejo Estudiantil Uniandino (CEU). Las elecciones al cargo de representante estudiantil han sido tradicionalmente tranquilas y poco concurridas. Lo normal ha sido contar con pocos candidatos y con pocos votos. Nunca ha habido problemas significativos con el desarrollo de las campañas o con el proceso de elecciones. Sin embargo, este año las cosas fueron diferentes. Para ocupar los cuatro puestos que le corresponden a nuestra Facultad en el CEU se presentaron doce candidatos; cuando lo normal es que se presenten apenas cuatro. Gracias a esto, la conquista del mercado electoral pasó de ser tradicionalmente simple a ser reñida y complicada. Las elecciones no fueron tan planas y tan pulcras como de costumbre. Los cuatro representantes que resultaron elegidos para el periodo 2010 – 2011 fueron acusados ante el CEU por haber recaudado votos de manera indebida. Los estudiantes que los denunciaron afirmaron que todos ellos se habían aventajado de las características y de las deficiencias del proceso de elecciones para ejercer un grado tal de presión sobre los electores que les permitiera determinar el sentido de sus votos.
Para poder entender porque hubo tal denuncia y para poder analizar como la situación de la que esta trata se puede evitar en un futuro es necesario que comencemos por saber cómo funcionan las elecciones al CEU. Estas se llevan a cabo de la siguiente manera: 1. Los estudiantes que desean representar a su Facultad o a su Departamento inscriben su campaña ante el CEU. 2. Hecho lo anterior, tienen aproximadamente dos o tres semanas para plantearle a los estudiantes todas sus propuestas. 3. Durante la última de las semanas en las que se puede hacer campaña, la página web del CEU abre un espacio para que cada estudiante ingrese y diligencie su voto por el candidato de su preferencia de su respectiva Facultad o Departamento. 4. Los candidatos con más votos resultan elegidos y unas semanas después toman posesión del cargo.
Gracias a lo anterior, y particularmente gracias al punto tres y a la existencia y abundancia de computadores portátiles en los Andes, los estudiantes pueden votar en el mismo lugar y en el mismo momento en que los candidatos hacen campaña. Estos pueden, por ende, exponer sus propuestas a los estudiantiles y pedirles que voten inmediatamente por ellos ofreciéndoles un portátil segundos después. Todo esto sin que alguien o algo les impida monitorear de cerca por quién vota el estudiante que los acaba de escuchar. Este último puede sentirse tan intimidado por un candidato que es compañero, monitor o amigo suyo y que lo está vigilando y espera recibir un voto, que puede efectivamente votar a su favor sin ser realmente el candidato de su preferencia. Puede haber, en otras palabras, tanta presión social de por medio que el estudiante prefiere apoyar a la persona que lo vigila en vez de afrontar la incómoda situación de decirle que NO en la cara a un candidato que le acaba de exponer sus propuestas. Si un candidato sabe todo esto, cosa que no es difícil de saber, puede andar en la última semana de campañas con un computador en la mano y así garantizar, palabras más palabras menos, que sus conocidos y sus amigos voten por él después de que este les expone sus propuestas y luego de que, inmediatamente después, les ofrece su computador para que diligencia su voto en frente suyo.
Lo que acabo de narrar fue exactamente lo que ocurrió en las elecciones de este año. Cada uno de los hoy cuatro representantes fue visto utilizando un computador personal de la manera descrita anteriormente. Cosa que, obviamente, fue puntualmente el objeto de la denuncia interpuesta ante el CEU. Sin embargo, y como ya venía diciendo, lo más importante e interesante es que dicha queja no se remitió únicamente a cuestionar la legitimidad de la elección de los actuales representantes sino que, además, crítico y sacó a la luz las fallas del sistema electoral de nuestra Universidad. Los denunciantes reprocharon como el proceso de elecciones al CEU permitía prácticas ilegitimas que podían acabar con las mínimas garantías electorales. Garantías, como por ejemplo, la no concurrencia en tiempo y espacio de las campañas y de las elecciones, la ausencia de una reflexión y de una conciencia electoral mínima en cada elector y la escases de medios de protección al votante destinados a impedir que este sea una víctima fatal de la influencia y de la presión de los candidatos.
La pregunta a responder es entonces la siguiente: ¿Cómo evitar que las personas que van a votar por un candidato a un cargo público sean víctimas de la presión de los demás candidatos hasta el punto en que dicha presión determine su voto? Para responder a esto creo conveniente mirar cómo funcionan las elecciones a cargos públicos estatales. Mi propósito es el de mirar como la legislación y la práctica electoral a nivel nacional intenta evitar que los votantes se sientan presionados directamente por los candidatos a la hora de diligenciar su voto. Hecho esto, evaluaré tal sistema e intentaré, de ser pertinente, hacer unas recomendaciones sobre la posible implementación de algunas de las disposiciones de dicho sistema al proceso de elección uniandino.
En las elecciones a cargos públicos nacionales se busca garantizar a toda costa que el elector se sienta seguro y libre a la hora de diligenciar su voto. Los puestos de votación están ubicados y diseñados de tal manera que nadie vea por quién vota el elector. Hay normas expresas que prohíben el acercamiento de cualquier candidato e incluso de cualquier simpatizante que pretenda hacer campaña política a las zonas de votación. Además, el elector diligencia su voto en una hoja que después dobla y que finamente introduce en una caja de cartón. Gracias a esto, durante los días de elecciones los electores pueden conducirse desde sus hogares hasta los puestos de votación sin recibir ataques de las campañas de los respectivos candidatos y pueden diligenciar su voto teniendo la seguridad de que nadie va a saber por quién votaron. Pueden, por ende, votar solos, por quien quieren, sin ser vigilados y sin sentirse socialmente presionados. Todo esto se logra gracias a una sola cosa: las elecciones no coinciden espacio-temporalmente con las campañas. El elector sufre los ataques de las diferentes campañas antes de las elecciones, se informa, reflexiona y toma una decisión sobre por quién votar. Hecho esto, puede ir a votar por quien ha decidió y no por quien le habla justo antes de las elecciones y le trae el puesto de votación a su casa. Los dos momentos diferentes que protege el Código Electoral, particularmente en su artículo 119, brindan las mínimas garantías electorales: conciencia electoral del votante, independencia de este y protección a este.
Salvo los casos de compra y de coacción de votos, la separación entre el tiempo y el lugar de las elecciones y de las campañas electorales parece funcionar para evitar la realización de malas prácticas. Sin embargo, ¿puede esto implementarse en nuestra Universidad? Las razones principales por la que esto no está previsto en las elecciones al CEU, creo yo, son las siguientes: 1. Los estudiantes sienten pereza de ir votar a un sitio especifico y esto los puede llevar a abstenerse de votar. 2. Los costos logísticos de establecer puestos físicos de votación son muy altos ya que implican conteo de votos, cajas, papeles y jueces. 3. Separar las elecciones de las campañas cuando las elecciones son a través de una página web es inútil puesto que no hay forma de garantizar que los candidatos no van a presionar a los estudiantes cuando se encuentren cerca de ellos en eventos sociales o en la Universidad. De lo anterior se concluye que, a pesar de que la separación entre elecciones y el tiempo de campañas con puestos físicos de votación es una opción efectiva para garantizar las mínimas garantías electorales, esta no puede ser implementada en la Universidad tal como está prevista para las elecciones a cargos públicos a nivel nacional.
¿Qué hacer entonces? Por un lado, lo deseable es la separación entre las elecciones y las campañas, y por el otro lado, no se puede abandonar el medio virtual ya que el medio físico es bastante costoso y complicado en términos logísticos. Por ende, creo que lo más prudente es reducir los tiempos de votación y seleccionar cuidadosamente los días en que se puede votar para evitar al máximo el contacto físico entre los estudiantes y los candidatos al ser dicho contacto la herramienta principal de la presión social. La propuesta concreta sería entonces la siguiente: las votaciones deben realizarse únicamente durante el último domingo de la última semana de campañas a través de la página web del CEU. De realizarse por este medio la votación sería económica y logísticamente simple y de realizarse durante todo el trayecto de dicho día se evitaría significativamente el contacto entre los electores y los candidatos puesto que el domingo es un día en el que los estudiantes suelen estar en sus casas lejos de sus compañeros. Sin embargo, y a diferencia de lo que se podría pensar, los estudiantes no van a dejar pasar este día por olvido o por pereza. Gracias a que los candidatos son los más interesados en que los estudiantes voten y gracias a que durante los domingos los estudiantes tienden a estar conectados permanente a internet y consecuentemente a redes sociales con el fin de terminar sus trabajos, estos van a poder ser motivados por los candidatos a diligenciar su voto a través de la página web del CEU. Lo importante es que los candidatos no van a estar al lado de los estudiantes para ejercer presión sobre ellos y vigilar y controlar por quien votan. El elector podrá hacer caso de la invitación del candidato pero podrá, una vez que ingrese a la página, decidir en privado y con libertad a quien apoyar.

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