lunes, 17 de mayo de 2010

HIYAB, POR RAQUEL SORZA

Mucho se ha escrito sobre la prohibición del uso del hiyab en las mujeres, para aquellos que no saben de lo que les estoy hablando me refiero a ese velo que cubre el rostro de las mujeres, que aunque es utilizado en muchos países, generalmente es relacionado con la cultura islámica. Retomando el tema dicha prohibición, que se ha dado principalmente en Europa, especialmente en los países con numerosa población musulmana- cabe resaltar que estos no son los únicos casos, porque incluso en Egipto, país donde se practica la religión musulmana también se ha establecido la prohibición-. Esta situación ha generado grandes debates pues, se ven enfrentados derechos como el libre desarrollo de la personalidad, dentro del cual se encuentra enmarcado la libertad de cultos, y la discriminación de las mujeres, pues el uso del velo muchas veces es equiparado a “un acto de sumisión de la mujer hacia el hombre” y en otros porque suele resultar una influencia religiosa en otras personas, lo cual puede llevar a su conversión.
La controversia surge a raíz de países que implementan la prohibición a través de diversos medios, unos por vía normativa, jurisprudencial, autorizaciones o caso de tratos aislados. Así, podemos ver como en Londres, el gobierno de Tony Blair hace dos años manifestó “Las escuelas británicas podrán prohibir a las alumnas que lleven velos por razones de seguridad o enseñanza, según las nuevas reglas sobre los uniformes” . En Alemania la prohibición de los símbolos religiosos en los centros públicos se debe a una decisión del Tribunal Constitucional, que respondía a una demanda desde el estado de Baviera. En Francia impera el laicismo y los símbolos están vetados, mientras que en Italia una ley a tal efecto se encuentra suspendida a causa de las protestas emitidas por el Vaticano .
En respuesta a estas decisiones, muchos activistas, periodistas e incluso las propias mujeres han protestado. Pues equiparan dicha prohibición, con la imposición de usarlo, pues en ambos caso las mujeres, al no poder tomar sus propias decisiones se sienten víctimas de manipulación. Así, como solo señala un artículo publicado en un sitio web de la comunidad islámica, “tenemos a medio mundo pretendiendo taparnos desde un púlpito y al otro medio pretendiendo desnudarnos desde otro púlpito. Pura hipocresía por ambos lados. Como para no estar perplejos”.
En esa medida, alrededor del mundo se han iniciado campañas pro-hiyab, en busca de reivindicar el derecho a las mujeres a elegir de manera libre su manera de vestirse, en especial si esta está ligada a un fuerte componente cultural, que las motiva a hacerlo. Más allá de este argumento, me resulta un poco absurdo centrarnos en discusiones que se pueden evitar si analizamos de manera correcta el problema. En la actualidad, estas discusiones que son sostenidas por diversos países, en conferencias mundiales o simplemente a través de redes informáticas, son realizadas por los actores desde su propia perspectiva del problema, así a la hora de sostenerlas se pueden encontrar sesgos que impiden ver la realidad, por ejemplo, las comunidades occidentales por lo general consideran que el hiyab es utilizado por las mujeres musulmanas como símbolo de sumisión, para esconder su sexualidad e incluso que es una práctica impuesta en contra de su voluntad. Desde esa perspectiva, hasta yo misma me opondría rotundamente al uso de este velo pues, nos encontramos en una era en la que lo que se busca es la igualdad entre los hombre y las mujeres y el desarrollo de las libertades individuales.
Pero la discusión no debe ser llevada a cabo desde esta perspectiva, pues como se trata de un dialogo intercultural, lo que se debe es mirar las funciones que cumplen determinados elementos dentro de una sociedad y no dejarnos guiar por los preconceptos que van atados a nuestra propia cultura. Así, podríamos ver que las mujeres usan el hiyab por que les gusta, pues así sienten que se están reivindicando con su cultura y religión, otras incluso sostienen que es una prenda que las hace sentirse más cómodas con ellas mismas y con el entorno que las rodea. Así mismo, para muchas ha perdido su significado religioso y la ven como una prenda que transmite elegancia e incluso afirman que es un modo de vestir que está a la moda.
Una vez entendido este punto vemos, como las prohibiciones carecen de sentido, pues se sustentan en razones falsas, fruto de la falta de comprensión del papel que juega el hiyab en la actualidad. Es así como este se convierte en un llamado, para analizar las razones que subyacen a esas prohibiciones, analizar si tienen sentido y más aun para ver el problema desde otra perspectiva, pues si nos quedamos anclados a la vieja manera de razonar a través de rechazos injustificados, podríamos incurrir en serios errores.

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